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G10nYA.
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JI
"
confianza, quieres que
te perdope lo _
que me .'
has hecho padecer 'negándote
á
verm~?
Pues
dime-
tÍ
'dónde'
has
ido
esta noche,
.á
dÓI:lde has
ido
otras noches
que
te
han
visto
salir~
.
-No debo decirlo-murmuró
.Gloda.~Pe~
. ·.ro•.• si
me
dejas seguir "mi camino
te
lo diré.'
-A
ese precio 'no.
~
-Pues .no.· .
I
-
.;......Pues si tú no me lo dices, te lo
diré
yo, ,
porque
lo sé;
porque esta
~isma/noch~
ha sa–
bido
adivin~rlo
mi corazón, GI.oria, mi cora- ,
zón
que ',ll.o puede
est.arml1c~o
tiempo
igno-
~
rante de lo que pasa en el .
tl1yó.
¡Oh
armonfá
sublimel Si
esta cot'
respondepcia.deafec..
tos
no
exist.iera,
De
existiría el
alma. '»
,
Acercando sus
labios al
oído
de
la. joven,
pronunció
U.DSS
palabras
que
ni. el aura
de
la
noche pudo oir·.
Glorja
cerró los ojos,
en
cu- .
yas
pestál1as
brillaban temblando algunas lá'-
.
grImas.
«¿Es
cierto?»
le
preguntó el hebreo besán–
dola
con ardor.
Gloria palideció más de. lo
que
estaba,
y
cruzó
8US
manos
en
la
actitud de
108
muertos.
e
¿Es
cierto?»
r~pitió
él con freneSÍ.
La
sefiorita
exhaló tenue suspIro,
y
con él;
como
el
último
vagido
del
alma que se mar–
cha,
un sí. Pero sus cerrados ojos parecían