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o
B. PÉREZ GA:LD6s
fuerzo de la fuente, así
8alier~n
de la
bOCA
de
Gloria estas palabras:
'-
- c¡Padecerl Mucho.•• padezco mucho••
Dando un suspiro cerró los ojos.
o
o oC
Ya lo sé. Tus penas, vida 'mía, tienen
UD
eco sensible en ·mi
coraz~n,
y aquí se repiten,
o
doliendo.,
o
porque tus heridas son mis beridas,
pOl'que estoy destinado
á
vivir con tu vida y
á
morir con tu
ro
uerte.
-Eso no puede ser-dijo ella tratando nue–
vamente de
evadirse.~Bien
está
cada uno con
lo
suyo... Déjatne seguir.
mi
camino. ¡Por Diol
viv~,
te suplico
qu~
me dejesl
-No... ¿Por qué no quieres descansar un
instante de tu martirio?
- Yo no quiero descansar. Padeceré por es–
pacio de cien vidas, y aún no expiaré
mi
culpa.
-J~or
mi madre
te,
juro que no CODsiento,
que no puedo consentir estol-exclamó Daniel
con exaltaeión.
-¿Qué?
- Esta separación horrible. Yo romperé
to-
das las leyes; pero esto no seguirá, te lo juro.
Ouanto hay de violento
~
brutal verás en mí
si es preciso. Prepárate, porque así como ahora
t-e
tengo, as1 espero tenerte por los siglos de
los siglos..• ¿Quieres satisfa cer una curiosidad
que me devora, quieres darme UDa prueba
de