GLOKIA
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. -¿Qué es eso, se.,()r?-preguntó Sansón.
~-Un
desmayo, sin duda-indicó Caifás–
examinando á la
sefiorita.~IRayos .
y cente–
llasl ¿y á dónde la llevamos ahora?
-A
su casa.
-¡Jesús, Maria
y
Josél
-No perdamos tiempo-indicó el
he~reo
• .
-Adelante. A casa de Lantigua. Temo cual·
quier accidente desgraciado si. no la auxilia–
mos pronto... Tú, Caifás, 'guía•.. po,r aquí..
Llegaron. La verja del jardín estaba abier-
. ta,
por ser
costu~bre
de la casa no
cerr~rla
nunca. Un perro empezó á ladrar furiosamen–
te. A Dios -pedía Caifás que se abriese un gran
hoyo --en la tierra y le sepultase; pero
~orton,
fijo
en su obJeto y sin atender á ningún acci–
dente, no se detuvo hasta llégar á la puerta. .
.Sansón, llama.» .
Tenía la puerta de la casa de Lantigua un
pesado aldabón de cobre, que mal,tillaba sobre
enorme clavo de luciente cabeza. Cuando el
forzudo inglés cogió
COll
su mano de león el
llamador
y
lo sacudió empleando fuerza igual
á la que arrancó las puertas de Gaza, los fu–
ribund9s golpes, semejantes
á
disparos de ca–
J16n, hicieron retemblar con tal estrépito la
eala,
que ésta pareofá la mansión del trueno.
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