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B. PEREZ GALDOS
I
cosas sin trabajo, por la misterios'a luz que se
recibe del
cielo~
.. Ven aQá -y dime: ¿acaso mi '
hermano
te
ha
negado en absoluto -las delicias
de la maternidad? ¿Acaso -ha __mostrado sana
Ó
prevenci9n . contra ese pobre nifio? ¿No te
envi,ó
su
bendición para tfy para
él,
no te
e~·
cribió diciéndote que .te amo¡ hoy como antes,
qne
te perdona todos tus yerros, que se enter–
nece sólo 'de pensar en esa inocente criatura
que .has
dad~
á
l~z,
_y -que la .ama con pater–
nal
carifío? ••
-Sf:
es
ve~dad,
es verdad.:.-repuso Gloria
anegada en llanto.-Yo sé .que mi tío es el
mejor de los
~ombres
... yo también le adoro
á
éL ..
pero...
-¿Pero qué? ..
¡Ay!
pobre hija de mi cora–
zón,
siento que mis palabras claven otra
vez
él
cuchillo .en tu reciente herida no curada;
pero es preciso. No, no basta concebir un hijo
y
darlo
á
luz para tener derecho
á
los
goces
.
d~
la
mate~nida.d.
No
ha
nacido,
no,
ese-des–
dichado
nido,
á
quien pusimos por nombre
Jesús para que hasta el nombre indique
nues-
- tro deseo de criarlo en Jesucristo; no nnció,
digo, ese infeliz nifio de padres unidos por
el
Sacramento;
no
nació entre las aclamaciones
alegres
de un a
familia,
ni
entre
el
regocijo
de
la Iglesia nuestra
madre; no
nació
rodeado
de