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GLORIA
, 205
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I
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-No puedo... No se
Sép_~l'e
us,ted de mí. Si
me quedo 'sola
pensaré r.coB~s ·jÍlala8.
¿Qué
hora es?
\ ,,,'
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Ya amanece. Jueves Santó;hij'a 'mía. ¡El
día más hermoso para salvnl'se!»
Alg9 trató de decir Gloria; pero entróle una
congoja penosísima; ' su
~oraz6n
oprimido la–
tía con fuerza,
y
era tal la sofocación de su
pecho., qUfl
8~~afinita
le retiró lás
sáb~nas
, para queJel peso de ellas no. la molestase. Mo–
vi6se la
, infeli~
COrl \
febril inquietud en el le–
cho; y su hermosa cabeza, con los negros ca–
bellos en 'desorden, echábase violentamente
hacia atrás. Por último, se llevó ambas manos
al pecho, y oprimiéndoselo, cual si quisiera
détener allí alguna cosa que se le escapaba,
--
gritó con voz ronca: c8etior, Setior, no
puedo.~
"
Al fin iba cayendo en un estado semejante
al sopor. Serafinita notó que las sienes ,de la
joveu latían violentamente y que su respira–
ción era fatigosa . Pero seguía aletargada,
y
como esto. tranqnilizara á la buena setiora,
Bt'rodillóse junto á la cama
y
empezó
á
reza~·
con el mayor reco.gimiento.