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•
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B. PÉRRZ GALD6s
, Gloria cerró los ojos;
y
como
el
que so
hun·
' . de en los abismos de un-letargo, contestó des–
de dentro con profunda voz" que apenas hacía
móver
sus
labios:
:
cTodavía no.
-1
~Iiserable.
de
mí, \mil
veces m'iserable- -
exclamó
D~tia
Serafina con patético dolor,–
que no tengo bríos
ni
elocuencia pará salvar'
-un,
alma
q
ueridal ,
-Usted es una santa-dijo Gloria abriendo
los ojos
y
ofreciendo sus brazos
á
su
tia,
para
estrecharla, en ellos•
.-Soy
una infeliz que he aspirado
á
ejercer
el ininisterio de los apóstoles,
y
Dios me cas·
tiga por mi soberbia.
-Usted es una santa-repitió
la.
joven,–
pero .. . nunca
ha
sido madre. ,.
La
noble
sefíora~
no .contestó. Observaba
la
erecien te desfiguración de las facciones
de
8U
sobrina .
e
¿Qué tienes?
-Una
COSR. '. •
que seria deseo de morit'–
repuso
Gloria
con abatimiento,
-si
no siguie–
ra viviendo mi hijo.
-¿Tienes 8uefio?
-La pereza de la muerte..• pero con esto
S8
dUel'/me.
-Debes descansar.