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B. 'PKREZ GALUÓS
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A
su lado iba el borriquito. Llevaba sus
al–
forjas
pl~ovis
as
para
lo que pudiera suceder,
circun~tancia
que aumentaba la gracia de su
presen.cia en aquel sitio, pl;oduciendo en
el
pueblo, sin me,noscábo de la devoción, una
hi–
laridad <;le buen .gusto.
En
unq de los huecos
de las alforjas cargaba racióu CUqlplida de do–
radas panojas, y en
la
~tra
.un raIDO, puesto
allí
por
la seilora de Amarillo en sustitución de
.
.
otro que no servia. Algo impropia de la seve-
l'i~ad
humil,de de quien quiso entrar en la
ce–
lestial Jerusalén caballero en una jumellta, era
la vestid ura de terciopelo bordada de oro; pero
pase este exceso de piedad, la cual gusta de
expresar
el
ardor y grandeza de los sentimien–
tos con objetos materiales de extraordinario
va,1or.
El
sol, h irien do los bordados, daba al
Rey de los Reyes aspecto semejan te al de
un
temporal soberano de Oriente; pero de todo
esto puede 'hacer caso omiso el artista cristia–
no, porque aquella cara sin igual, aquell a
ma ..
no que se alza amonestando, aquellos desnu–
dos pies que pronto serán clavados
á
un lefi ,
n o son de nadie más que de
El.
.
Can ta ba el coro
Turba multa clamabat
Do–
m
.
no:
Benedictus qui ve 1,i t in nomine Dom'
n.i:
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excel
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Des lacá ase con si
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