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B. PÉREZ GALI)ÓS
que te seduce, porque es en su origen noble
y
ge~erosol.
..
~o
te dejes engafiar popentimien–
los que
llO
te
correspond~en
ya,
por sentimien–
tos,
hija
mía,
á
los
cua~es
no tienes derecho
á
causa de tu cu1
pa.
-
-Si
es
así-
lnaniJestó Gloria con sumisión,
demostrando el agudísimo dolor que la domi·
naba, - .
mi
castigo
ser·á
infinitaln,ente superior
á
mi pecado,
y
éste es
.muy
grande.
-No_tienes idea de la gra.ndeza de las pe–
llRS.
Te pareces al que por un J'8sgufío
se
la–
meula como
~i t~viera
terribles heridas. ¡Pade·
cer! ¿Sabes bien hasta
d6~de
alcanza este con–
cepto? ¿Sabes acasa
Ito~o
lo que cabe en las
fuerzas del humauo espíritu, tratándose de pa–
decer?
Es
lo único en que
el
sér humano
DO
conoce límites ui debe desearlos. Fijate bien
en la Pasión q ue conmemoramos los católicos
en
esta semana,
y
tus alardes puedles de su–
frimiento te causarán r isa. Q uílale al presente
dolor
la
amenaza de otro dolor
más
grande,
y
te
parecerá un cODsuelo.
¡
La r esignación
1
¿Sa.
bes lo que entrafia esta. palabra? Con tiene el
propósi to firme de aceptar todas las amarguras
que pueden venir detrás de las que por el
mo–
lne to apuramo8.
Tú
no lo comprendes así:
no
vas hasta el último ex tremo, no aceptas la
to-
slidad de tu expiació
y
hacié dote juez de