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I
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B.
PÉREZ
GALDÓS
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Jua,n ... En fin, Isidora,
á
ver cómo se la pone··
mos•..
Coge tú por
allí. •• Tra
teILos de mete!
las
mangas sin romperlas ... Cuidado con los
encajes. Son los de aquella mantilla antigua
que
deshice~
-:-¿Ayudo yo
también?-preg~ntó
la
.Gober·
nadora.
-No,
mujer..·. acaba esas flores; que esto
pronto lo despachamos.,.
Así fué, en efecto,
y
luego ocupáronse am–
bas ·de la túnica de terciopelo morado, no pOI
cierto inconsútil, que acababa de componer
Isidora. -
e
De veras
digo
~m.ani festó
Teresita.,-que
si sé que tenernos proce.sión este afio, le rega–
lo una túnica nueva a l
Sal
vadoT. Entre mis
sobrinas
y
yo la hubiéramos
~echo
en un mo–
mento. Es ta no se puede mi rar . Serafinita
me
dispense; pero esto es un pingajo...
¡Qué ga–
lonesl ¡Qué forros!
¡Ah!
los Lantiguas, los
Lantiguas . .. mucha devoción de pico, mucho
hablar
de
cosas santas... discu rsos por acá,
librotes por allá. Pero los hechos, las obras;
¡ah! yo me fijo en las obras,
y
sólo por ell as
juzgo ... Arriba con la túnica. Yo subo en la
escalera; alarga los brazos todo lo q1le pue–
daE' .•
Apenas quedara cubier to el cuerpo del Se-