48
•
'B.
PBREZ
·GALDOS
mandado así. Nuestro primer' deber es la obe–
diencia.
-E-s verdad.
'.
-Tiene razón.
-Póngase el ramo,' ordenó la Monja
~par·
,
tando con soberano desdén sus 'ojos del ani–
malito, á punto que Cachorro
~e
ponía
1~
p.re–
ciosa carga de flores, ' contrapesándolas con el
racimo de panojas, preparado para el
CRSO. -
Las tres damas habían concluídó su tares.
Fatigadas de tanto trabájo, se habían sentado
en ,tres sillas preparadas al objeto po'r el sa..
cristán,
y
contemplaban en silencio su obra,
pudiéndose observar en el semblante de .. doB
de ellas 'el arrobamientó del 'artista vencedor,
mientras 'la ,setiora de Amarillo, frunciendo la
rl:0rada piel de la frente, demostraba hallarse
embebecido. en otros pensamientos.
e
Todavía no sale de la casa-dijo, ,cual si
contestara
á
una pregunta que nadie le habia
hecho.
"
- ¿Quién?
- La set'iorita Gloria.
-Hace bien -afirmó
13.
del Rebenque.-S u
vergüenza es mucha.
-¡Qué mimitos! ... ¿También tiene vergüen–
za de venir á la Iglesia? ¿No está ya conven–
cida de que
DO
puede casarse? ..
¿A
qué aspi-