/
50
B~
PÉREZ_ GALDÓS
.
.
nadora
de
las armas
hizo
asc~s
al
~nisete,
pero
no
á
~n
delicado néctar de
la
Naya
que
e-n
otra
botell,n
l enfa
,el Sr.
C-achorrQ,
y
lQ
acompafió
con·biz,cochos para que(la confortase más .
.fI
•
'
•
e
EstQ da la vida,» grüiló Agustín probando
de
UDff
y
otra cosa.
/
T~l~·esita
no ·probó nada.
, e
V
a1l1 ~s,
vamos
á
colo.cal~
Jas flóres-dijo
á
BUS·
amigas
poniendo
fi!) .
al
desoallso.--Aún
queda bast'ante que hacer... Por .cierto que si
yo
no h ubiera.mandado traerlas flores de
S...
¡Dios mío, qué 8:bandonado tenían esto los
Lantiguas!
-Señora, .¿qué- e·s
.e~to?
¿qué tengo yo?–
murmuró
la.
Gobe1°nadora
pasándose
la
mano
por los ojos .
- Si
parece qúe se me va la
ca–
beza.
,
'
-Pues
á
mf"también-afiadió Isidorita dán..
dose aire. - Este di ablo de Cachorro nos ha da–
do algún brebaje...
-Animo, sefioras; eso se llama hallarse en
estado anacreóntico, como dice D. Bartolo- ·
mé Barrabás. Cuando no es vicio, no hay
pecado.
-Váyase
usted allá, borrachón. ¿Cree que
somos como él?,
En el mismo instante sintióse un chasquido
como de madera. que se agrieta: la alforja ha-