GLORIA
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gracia y lozanía,
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huracanes que pasaron
meses atrás y todas las penas que arrastraron
, tras sí, las cuales bastarían
á
consumir-y aca–
bar la belleza más perfecta. Pero la de Gloria,
más. .q~e
perdida, parecía modificada, adqui–
riendo una dulce madurez y cierto aire de
cOI?sternación, que ,inspiraba lástitna
á
cuan- ·
tos sin odio la veían. Diriaee que sus ojos, al
lnirar, comunicaban extraordinaria tristeza
. hastá
á
los objetos inanimados. Si antafío todo
lo que continua ó paéajeramente estaha unido
á su persona decía: cgracia, amor, esperanza,:t
ahora todo decía: «compasión.» Verla y "no
sentir vivo interés bacia ella, era imposible.
Antes de que sobrina y tio llegaran
á
la
Abadía, ya se habían repetido en Ficóbriga
estas palabras: cLa señorita Gloria ha salido.'.
En el último cabo del pueblo repetía un" eco '
,
"
de femeninas voces: eHa salido.» Los mucha-
chos que vagaban en la puerta del templo, por"
ser día de ceremonia, la miraron, . unos con
asombro, casi todos con lástima, algunos con
curiosidad descortés
y
sin delicadeza. Pasó ella
con los ojos bajos, tomando el brazo de su tío.
Gran fatiga sintió dentro de la Iglesia
á
causa
del
esfu~rzo
que había hecho,
y
su espíritu
quedó como sobrecogido yanonadq.
e
ete
á
nuestra 'capilla
y
siéntate, que esta·