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GLORIA
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sitio infestado. Sólo 9.uedaron dos viejas
y
un
marinero anciano, que atentos con profunda
edificación al acto religioso, no ponían mien–
tes en lo demás. Gloria sintió opresión en su
-. pecho
y
una necesidad de llorar que no podio.
satisfacer; -pero al fin, de· sus ojos corrieron
.á
raudales las lágrimas cuando oyó cantar: «Oh
·Dios que enviaste á tu hijo'
á
este mundo para
salvarnos, para que se humillara entre n08- _
otros. ,
El sacerdote había bendecido las palmas, '
que fueron rociadas con agua bendita
y
ahu–
madas con incienso. Distribuidas
~
aquéllas,
empezó la procesión.
El
coro entonaba el ca–
pítulo de San Mateo:
Cum apropincuaret ·Do–
minus.
Gloria cerró los ojos, orando recogida–
mente y con profunda ternura, mientras pasa–
ban clérigos y seglares . No quería ver nada,
ni mirar al presbiterio donde estaban el Sal–
vador
y
el borriquito, objeto de la atención ge–
neral y del ff1 l'vor más pío por parte de los mu–
chaclios. Selltíaloslentos pasos, el canto grave,
la humareda de - incienso, el murmullo del
conmovido pueblo,
y
sometiendo su imagina–
ción
y
su pensamiento á la idea de tan bello
símbolo, contemplábalo en toda su grandeza
sublime.
. L
B
eremonias con que la Iglesia
conme·