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.

GLORIA

59

sitio infestado. Sólo 9.uedaron dos viejas

y

un

marinero anciano, que atentos con profunda

edificación al acto religioso, no ponían mien–

tes en lo demás. Gloria sintió opresión en su

-. pecho

y

una necesidad de llorar que no podio.

satisfacer; -pero al fin, de· sus ojos corrieron

raudales las lágrimas cuando oyó cantar: «Oh

·Dios que enviaste á tu hijo'

á

este mundo para

salvarnos, para que se humillara entre n08- _

otros. ,

El sacerdote había bendecido las palmas, '

que fueron rociadas con agua bendita

y

ahu–

madas con incienso. Distribuidas

~

aquéllas,

empezó la procesión.

El

coro entonaba el ca–

pítulo de San Mateo:

Cum apropincuaret ·Do–

minus.

Gloria cerró los ojos, orando recogida–

mente y con profunda ternura, mientras pasa–

ban clérigos y seglares . No quería ver nada,

ni mirar al presbiterio donde estaban el Sal–

vador

y

el borriquito, objeto de la atención ge–

neral y del ff1 l'vor más pío por parte de los mu–

chaclios. Selltíaloslentos pasos, el canto grave,

la humareda de - incienso, el murmullo del

conmovido pueblo,

y

sometiendo su imagina–

ción

y

su pensamiento á la idea de tan bello

símbolo, contemplábalo en toda su grandeza

sublime.

. L

B

eremonias con que la Iglesia

conme·