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B. PÉREZ GALD6S--
,
'
habel" venido
~ás
á
tiempo. Las tres
~e
nece-
sitamos.
, -¿De veras?'-..
¿Y
si me rit'ie el setior cura
porqu-e abandono mis obligaciones?,
Agustín entró ·riendo, pue,s la risa , era
su
fisonomía. .
~
Vas
á.
ayudarnos
á
poner el
bo~ri,quito
en
su sitio. ',
. Cachol;ro tomó
~l
tiento
al,
la e,B.cultura,
que
no era de plumas.,
e
¡Ay,
mi nitio, cóm'o
pesRs!. •.,
Pareces
UD
pecado,» éxclamó echándoselo
á
cuestas.
El
anim'al tenía en' sus p.atas cuatro espi–
gones de madera, que encajaban en otros
tan tos agujeros abiertos en las andas alIado
izquierdo dél asna madre que montaba el
Sefior.
e
Ya está-dijo Cachorro-afi rma,ndo
al
ani..
mal en su sitio.-Seiloras, adiós.
-¿Pero te vas?
~No
se vaya usted.
-Seiloras, tengan paciencia-dijo el sa–
cristán. - ,Yo me estaría aquf todo el día con
mucho gusto; pero el seilor cura me rifie
y
dice: cIAnda, hipocritón, que no sirves
más
que para retozar con las santurronas!. .. '
-Es
el
tal
D.
Silvestre el hombre más des–
leuguado...