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I
GLORIA
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tenemos con él-dijo la
Gobernado.ra,de
la~
ar–
mas
apartando sus ojos de' las
flo~e8
y
fijándo–
los en el , Salvador ...
~Pero,
¡ayl amigas,
.l~que me ocurre en este
mome~to
... ¿Sabéis qu.e
en efecto..
:?
-¿Qué?
' ·
-Se parece, sí:
no
hay duda de que
se
pa-
rece•..
-¡Ah,
cállate por Diosl-' exclamó Teresita
,bajando la escalera y sujetándose las Jaldas
para que el borriquito, que estaba todavía en
el suelo, no le viera las piernas.-No sigas..•
por Dios. Es verdad que se parece... Pero esto
no se puede-decir, ni
RU'O
pensar. Es un sacri-
J,egio.
,
-Todas lils cosas, incluso las malas, son
bechura de Dios-dijo la esposa de Barrabás.
-Pero hay quien dice que las caras guapas
eon obra de Lucifer. Más vale que no hablemos
de esto...
-Vengala camisa,- indicó Teresita toman–
do una especie de fUlldR de riquísimo hilo que
le alargó la. del Rebenque.
-Me parece que en ningún tiempo, ni aun
en los del mayor esplendor de los
Lall
liguas,
se ha puesto el Salvador una prenda.
C0010
és–
ta. Es lo que sobró de aquella pieza que com–
pré el a110 pasado para hacerle camisas
á
mi
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