GLORIA
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los de los gatos, no paraban
un mo–
mento,
y
lo que más envidiab,a
á
la Divinidall
era
el
l
don' supremo
d9
ver lo invisible
y
de
leer en los 'corazones. Llamábanla. Monja por,–
que la exclaustración la sorprendió novici'a en,
las Clarisas, con lo cual torcióse la vereda de
su
destino,
y
enfriándose su religioso anhelo
ante las gracias personales de
D.
Juan Ama–
rillo (cuando era pollo), cayó en sus
dulc~~
brazos
y
se descarrió en
Ull
momento de ten–
tación funesta ó de falso idealismo.
El matri–
monio puso luego
las
cosas al derecho; pero
Teresi
ta no
perpetuó
el linaje
de los
·Amari–
llas.
En efecto: aunque esto
no
pueda defiuir..
le
bien, había en ella
una
como
personifica–
ción de la esterilidad.