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,
,
B. PEREZ GALDOS
cubrirse con. la rica
véstid~ra
de tiGú", el "efecto
artístico no se
perdía~
Montaba el Sefior aq'ue–
lla borrica que los "discípulos cogieron en la
alde.a cercana"
á
Betfagé,
y
fuerza es confesar
que el escúltor tampoco puso la ,mano eu
el.lani en el pollino que la seguía. Ambas figuras
e.ran de tosca labor; pero .aun así desempefia-o.
. han bien su
p~pel,
Y'
principalment~
el b.orri ..
"quito hacia las delicIas
de
todá la grey devota
y
de los chicuelos, que. no podían "menos .de'
"ver en él un sant'o juguete. '
El Salvadol: estaba aún sin 'vestido, y
1"
e~
borriquito siü alforjas. Tres mujeres trabaja–
ban allf con celo incansable. La upa, varonil–
mente subida en las' audas, lavaba con espon-
\
"
j a el rostro de la sagrada efigie. La segunda
cosí~
una ,rica tela;
ailadié~dole t~l
cual pieza
y
fijando los galones. "La tercera componía
con flores de trapo graciosos. ramilletes
y
lin–
dos festones. Si ocupadas estaban las seis
ma–
nos , no lo estaban menos las tres lenguas.
T eresita la Monja,
esposa de D. Juan Ama–
rillo, era la que lavaba.
~ujer
rica
y
desocu–
pada, por
tene~
más dinero que hijos y más
devoción que menes teres domésticos, ha bís
mostrado siempre afición
á
las cosas de Igle–
sia)
y
á
meterse en sacristías
y
enredar en ca·
marines, .ora vistiendo santos, ora manipulando