,
~
- .
I
GLORIA
227
testigo, juro que te"adoro, que de mi boca no
salió expresión-que .no fuese verdad,
qUé.ja–más, mientras
respj~e,
ningún otro amor más
que el ,' tuyo entrará,
én
mi pe'cho, ni en mi me–
moria otro recuerdo qqe el recuerdo de
tí••
La infeliz joven sentía temblar las manos
de Morton que le oprimía ,sus manos, y en su
rostro sentía el aliento de él y la reverberación
de sus
,a~·.dientes
miradas. La
dqncella.seagitó'
gimiendó,· como la espiga devoraqa,por la
lla–
ma. Su corazón se
deshaéía~
-
.
•Gloria-at1adió él con el aeento
d~
quien
llama al que no ha de
re~ponder;-Gloria,
yo
, , arrastraré toda
mi
vid~
un remordimiento muy
pes~do,
si no te
confies~
ahora que
so'Y ' u~
mal–
vado, porque no debí amal'te y te amé" porque
no debí mirarte y te miré. Tus ojos, '
·tu
gracia,
tu hermosura, tu bondad
y
tu alma toda me
;c~utivai·on
. .. Olvidándome de las leyes terri–
bles que nos
sep~raD,
me acerqllé
á tí.
Reco-
¡
I
.
1
nozco que mi deber entonces era huir, huir
au-
!
'tes qne el mal fuese irremediable; pero fuí dé.
.
~
bil, conocí que me amabas, y tu
e~píritu
en-
Icadenó al ruío. Se necesita ser Dios para no
caer en este lazo.
Ya
viste mi conducta. En
vez de abandonar
á
tiempo tu casa, quedéme
.en ella. Después creí que un
f~vor
especial del
Cielo allanaría los obstáculos; pero ha
pasado
¡
\
.