I
XXIX
. Se fué.
Al día'
siguien~e,
muy de mal1ana, las
~,e
,.
sianas del cuarto 'de ·Gloria se abrieron
dé·
pár
en par,
y
la
~úz
penetró
á
punto que ella se-'aso–
maba. La doncella esparció
su
vista por el
ca.m–
po
y
la villa,
y
deteniéndola en los árboles del.
l
-
,cementeTio, pensó ·oasl:
o
cAhora, hermanitos míos, vosotros sois
mil
únicos amores.
~
No lejos de la ventan's corría el camino
real,
.y
por él los hilos del telégrafo, que plantaba
á
lo largo sus escuetos postes
á
'distancias igua–
les' que parecían pasos. En los alambres venían
tí
posarse todas las mafianas algunos pájaros,
que
habí~n
encontrado muy bueno
~quel
casi
invisible punto de descanso en medio de los
aires,
y
desde allí contemplaban
la
casa
y
la
ventana 'abierta, donde ·aparecía temprano la
sefiorita de Lan tigua para saludar el día
y
bendecir
á
Dios.
Esta no creía que aquellos graciosos seres
fueran las almas de sus hermanos, acompa-
.
.
•
o
•
'.