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2,84

.

'

.

B'. PBRBZ GALDOS , \

ritu, débiles aún, pero que crecían, enroscán–

dose como las culebras al salir del nido;

y

cuando vió que

10'8

dedos del anciano

alzaban

la

~ostia,

len su pecho se elevó una

á

manera

I

de 'ola, que fué creciendo, creciendo, hasta

caer como cat'arata,

y

entonces GlO'ria se,des-

hfzo en

lágrima~

y

dijo;

,

, e

¡Serior, Set1O'r,

yo

también sabré. padecer

y

mO'rirl.

'

_D. Juan de Lantigua, que observaba bien

cuando ' quería observar,

y

por aquellos

~ías

-

había dadO' un poéO' de la mano

á

sus tareas

li-

\ terarias, nO'tó

a~guna

novedad en su hija. Medi–

t6 en ello,

y

cO'mo la sO'specha es hermana de la

cavilación, dióse

á

formar juicios

más

ó menos

~venturados,

pero sin pensar

usda

contrario

á

la honestidad de' la joven, porque esto, ,dicho

sea en honor de ambos, nO' le cabía en la ca–

beza. Sus sospechas

y

'r~celO'

versaban sobre

otro orden

d~

cosas.

cGlO'ria-decia D. Juan

á

su hermano una

mariana, en el cuartO' de éste,-no está tran–

quila. Algo pasa en su espíritu. He sorpren–

dido en ella frases

y

reticencias

qQ.~

indican

gran trastorno en sus ideas religiosas. Su iD;la–

ginación es viva,

y

su entendimientO', inclina–

do

á

remontarse sin guía, puede caer en gran-