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B'. PBRBZ GALDOS , \
ritu, débiles aún, pero que crecían, enroscán–
dose como las culebras al salir del nido;
y
cuando vió que
10'8
dedos del anciano
alzaban
la
~ostia,
len su pecho se elevó una
á
manera
I
de 'ola, que fué creciendo, creciendo, hasta
caer como cat'arata,
y
entonces GlO'ria se,des-
hfzo en
lágrima~
y
dijo;
,
, e
¡Serior, Set1O'r,
yo
también sabré. padecer
y
mO'rirl.
'
_D. Juan de Lantigua, que observaba bien
cuando ' quería observar,
y
por aquellos
~ías
-
había dadO' un poéO' de la mano
á
sus tareas
li-
\ terarias, nO'tó
a~guna
novedad en su hija. Medi–
t6 en ello,
y
cO'mo la sO'specha es hermana de la
cavilación, dióse
á
formar juicios
más
ó menos
~venturados,
pero sin pensar
usda
contrario
á
la honestidad de' la joven, porque esto, ,dicho
sea en honor de ambos, nO' le cabía en la ca–
beza. Sus sospechas
y
'r~celO'
versaban sobre
otro orden
d~
cosas.
cGlO'ria-decia D. Juan
á
su hermano una
mariana, en el cuartO' de éste,-no está tran–
quila. Algo pasa en su espíritu. He sorpren–
dido en ella frases
y
reticencias
qQ.~
indican
gran trastorno en sus ideas religiosas. Su iD;la–
ginación es viva,
y
su entendimientO', inclina–
do
á
remontarse sin guía, puede caer en gran-