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GLORIA.
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.• IÍorar.-Me voy conyenciendo de una
COB8,
de una cosa.muy triste... ¡Ahl Daniel, tú no
me quieres
á
mí co"mo yo á
tí.
-¡Gloria, vida mía, Glorial. Por Dios-ex–
clamó el extranjero, nesando las ·manos de su
amiga,-no me mates con tus quejas.•. Si
su- ..
pieras cuánto padezco, yo que he estado
á
pun–
tó de abandonarlo todo, nombre, familia, el
I
amor de mis
a~cianos
padres, de perder19 todo
por
tí..• .
yo que aun en este momento vacilo y
tiemblo, igualmente aterrado por la
id~a
de po–
seerte y por lo terrible del sacrificio que quie–
res· imponerme. Claramente lo has dicho: es
preciso quitar de en medio una de
l~s
dos re–
ligiones.
-Sí.
-y
como si echáramos suertes, le toca
á
la
. mia: ¿no es eso lo que
pie~sas?
- -Tú eres hombre. El hombre debe sacrifi-
carse por lar mujer. .
.
-En este asunto, la sentencia debe caer so–
bre el que tenga creencias menos firmes.
G
Cuá-
les son las tuyas?
-Créo en Dios uno, Beilor del cielo y de la .
tierra-declaró Gloria, la mano puest.a en el
pecho y elevando al cielo los ojos llenos de lá- '
grimas
y
de
18
luz divina; -creo en Jesucristo , .
que murió en la cruz por redimir al género