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GLORIA

219

cubría como el que acecha, asomando

á

inter-

valos la cabeza.•. éstos eran los únicos testigos.

/

eNo hay nadie,,-repitió Morton. .

-Pero algún día habrá alguien-dijo la se·

fiorita .de Lantigua con tristeza,

-y;

seremos

expulsados 'de aquí como lo fuimos 'de

mi

ca-

SR,

y

no habrá playa ni bosque que nos ampa-

ren. En las sIete veces que nemos 'venido aquí

hemos tenido suerte; pero ¿sucederá otra vez ·

lo mismo? Todq está lleno de ojos suspicaces

que miran, Daniel.

'.

-¿Por qué siendo buenoe los dos,

vivimos

como criminales? No hemos faltado á ninguna

ley de Dios,

y

sin embargo, huÍlnos como el

incendiario que ha pegado fuego al techo del

rico. ¿Por qué es esto?

-Eso pregunto yo, ¿por qué? Dios mío, ¿es.

. posible que TÓ hagas esto?

.

-Él

no

lo hace-dijo ·

i>aniel~on

melanco–

lia.-Estamos tocando la obra de estas

socie~

dades perfeccionadas, que juzgándose duefias

de la verdad absoluta, conservan las leyes de

casta como en tielnpo de los filisteos.

:_ -Yo he pensado

~noche

que lo hecho por

los hombres, los hombres pueden deshacerlo

-repuso Gloria, regocijándose en contemplar

el semblante de Morton, cuya

he1

4

mosa mirada

parecía descender de

10

alto de la cruz.-No es