GLORIA.
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\
-El sefior Obispo-dijo Morton,-es tan
bueno
y
tan
s~bio, .
que sin duda ganará mu–
chas plazas en el mundo. Las que él no t:eme,
sin duda son
inexpugnables.~
l:
Tomando pie de esto, D. Juan
le .
preguntó
si había firmeza en sus creencias, cualesquiera
que fuesen. No vaciló en
#
contestarle Daniel ,
.que sus creencias no 'eran 'superficiales, ruti–
narias
y
endebles, CQmo las de la mayor parte
de
108
católicos espatioles, sino profundas
y
fijas; á .lo .cual -contestó D. Juan que más le .
gustaba ver el tesón
y
la
c~nsecuencia
en
108
secta{ios de las falsas religiones, que la
tibiez~ ~
.
y
deepreocupación en los que tenían la dicha
de haber nacido en la verdadera. Afiadió que,
efectivamente, se había debilitado mucho la fe
en nuestro católico suelo; pero que este mal,
ocasionado f>Or los excesos revolucionarios y la
influencia de extranjeros envidiosos
dé.la~a-
~
ción 'más religiosa del
mu~do,
tendría fácil re–
. medio en la propaganda, en las oraciones
y
en
,
!' los trabajos de la Iglesia, si
acertab~
á.
encone
tr'ar un Gobierno piadoso que le ayudara.
Morton no pareció muy conforme con esta
opinión. Sin embargo, deferente con su gene–
roso 'amigo, dijo que confiaba en la regenera–
ción religiosa de este país si abundaban en él
pastores tan virtuosos y tan
ilustra~os
como
,
.