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\lLORIA
~--'
--.......-
_
....
--------_._-----------
--En
esto ti,ene usted raz6n-.;.anrmó
Ijan–
tigua
con pesadumbre.----:También
reconozco~
la irre.ligiQsidad; pero usted parece indicar que
las causas de este grave mal están en otra
pü,lte
~ que- e~ ,~
la ' filosofia
y
en las liberiades
mouernas. ,_ -', '
-
~
. .
~No
puedo "creer 'que estas dos cosas há'–
, yan
arrebatado al pueblo espB,flol "sus cl:éeu–
cia~.
En ' otros países
hay más,
muchísima
más
ftlosofja que aquí; más, muchísimas más
libertade·s, y, sin embargo, la' fe religiosa
no
tuuere. ¡IIablan de revoluciones! Si ' en Espa–
fía no ha
hapido
nada que merezca
tál
nom–
bre, amigo mío.
Si
en España todos
10$
tras-
. tornos políticos han sido
tempe-~tades
en
u~
vaso .de 'agua:
'Po~
Dios,--¿qué idell. hemos de
formal' del espíritu religioso de un
país
si
es
tal que lo ecban por tierra esos -quince ó 'vein–
le
'1l1ovimiento~
polítIcos' que ·se
han
suceq~do
1
~es
le 1812? Comprendo que los grandes
edi~
l~cios
-caigan en el sacudimiento de '
~n té~re!
moto; pero ¿cómo han de caer con
la
trepida–
, eión que producen las paladas
de -un
regi-
miento de caballería?' Admitiendo, como
no
puede menos de admitirse, que ustedes
ilo
han tenido grandes cataclismos, es preciso
de~
ducir
que los edificios caídos no debieron =de
~er m~y
sólidos.
Fuéronlo,
sí,
en
otl"OS
tiem..
~2
.
)