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B. PÉREZ -GALD6s '
,pueblo rico, -vem-os mas teatros que en Lon-.
dres, 'una plaz·a de toros que es un monumen- '::.–
.to, cafés
s~berbios,
tiendas, paseos
y
distrac–
ciones donde se c,onciertan ellojo
y
las artes;
pero no hay
upa
sola
igle~ia
-qqe -no sea po–
cilg,a.
~.
----¡Por Dios,
Sr.
t~ortonl-dijo
Lantigua¡
-
/
-eso es demasiado duro.
,
I
_ -Un poco duro-repuso el extranjerq.rien-
do;-péro la idea es exacta. Y -lo, que pasa en
~
Madrid -pasa
en
toda Espalla.
El
senti~i~llto
católico-, que
en
est~
siglo no ha-Iévantado
un ,
solo edificio religioso de mediano valor, es tan
. tibio, que no se manifiesta en cosa alguna de
gran valía
y
lucimiento. El país
más
pi~dosó
ha venido
~
ser el más incrédulo.
El
país más
religioso,
y
que en otros tiempos _asociaba
sú
piedad
á
todas las grandezas de la vida, al he–
roísmo,
á
las
artes,
á
la opulencia,
á
la guerra
misma, ha concluido por formar de la piedad
cosa aparte, separada de ' lo
demás.
Un
hom–
bre
devoto que se persigna al pasar por
lá
iglesia, que confiesa
y
'comulgf1 sema-nalmen- t
te, es en la mayor ' parte _de los círculos un
hombre r idículo.
-¡Por
Dio s ~ami.$o
MortollL.• ..
-Sr. de Lantigua ,
por Di<>,s, -dispéuseme
usted; re1'o es
fuerza
d~cil'lo. Ifáblew~
usted