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B.

PERBZ : GALn6s '-

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pOS; 'pero al entrar elste siglo todo est'aba ya

carcomido. Espada, comó la

'mujer

ret;lcIllosa

de que habla el

Eclesiastés,

es' ahara un teja-

'do con múchas goteras.

\

---No admito eso de que no hayam,ostenido

revoluciones-dijo D.

J

uan.-Las hemos teni–

do superficiales

y

pro'fund~8

en

e~

oí'den pqlíc-

1,

tico; pero

¿y

la

irrup~ión

de libros, yJa tralls..

~'

formaci~n

social, esas oleadas de soberbia, de

amor al lujo, de concupiscencia, de materia-

. lismo que nos

vien~n

dé fuera?

- Veo que muchas eosas que en otras pare'

tes

hac~n

poco daño, aquí envenenan.

Siri dú·

da el organismo moral de Espafia es tan en–

deble como el de aquellos seres enfermizos

y

nel'viosos, qU:e se emponzoftan

~óio

con el olor'

del. veneno.

' '

-¿Con el olor•.•

?

~Sí;

porque de -los inmensos progresos in–

dustriales, del lujo, del colosal aumento de las

riquezas, del refinamiento material, ustedes

no tienen más que el olor. Espafi,a, por lo que

veo, no

pued~

vivir sino metiéndose dentro

del fanal de su catolicismo para que nada la

toque ni contamiue, para que ni átomos si–

quiera de lo exterior lleguen hasta ella.

-¿Y

qué le recetaría usted?

-El aire libre-dijo Morton

COD

energía,