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B. ptRBz GALDOS
undécimo siglo, que no por estar
t~n
dejada de
la mano de los hombres, toda destruida
y
afea..
da, carecía de encantos para el artista. Tam–
bién vió el ,castillo desmantelado, el torreón
ó
cubo sefiorial que se alza más arriba de la huer o
ta abacial, ogaílo cementerio,
0y~
laos casas in- o
l
'
fanzonas de la villa, algunas de las .cuales
ll~.
~an
con justicia la atención de los foi'asteros.
Los habitantes de ésta le miraron CGn
sim~
o
o
patía al extranjero, si bien le inundaron de co-
mentarios. Varias personas, como D. Juan o
,.Amarillo
y
dos de los
indit~,nos,
hicieron amis–
tades con
él.
En casa de Lantigua había ganado oMorton
,.
las
~imopoatías
de
,los dos herman9s, por su trato
afabilísimo o
y
la '
amenidad
d~
Sl)
conve~sación.
Demostraba un entendimiento privilegiado sin
pedantería), . sensibilidad exquisita sin afecta–
cióD,
y
acabado conocimiento de todas las re–
glas sociales.
No se le cocía el pan
á
D.
Angel ohast~
plan–
tear de lleno la empresa que penGaba acometer,
aI)l'e~ándole
á
ello
s~
tesón de apóstol cristiano
o
y
el natural afecto que el extranjero le inspira-
ba.
U~
día enunció el tema resueltamente.
o
Po r desgracia o para nuestra
O
fe sÍlcratísima,
las santas aspiraciones del Prelado no tuvieroD'
éxito. Pasaban horas discutiendo sin que 1dor-
(