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B. PEREZ
BALDÓS
---"-----------~-~---=--::--~--
..
. su
gl~an
mél;ito
y
espontanei~ad
evangélica.»
D. Sil
vest~e,
algo
turbado,
se
inclinó
COl1
respeto
~
, .
_
_
_
Si
esto dijo
el
Obispo a}. ver
la
compla~~Jlcia
con
que
Romero leía
las
alabanzas
de
su
proe–
za,
1cómo le reprendería
si
hubiera sabido -que
r
-
estaban
hechás
por
él
mismol
cLos amigos-dijo
éste
rep9niéndo~e,-8e
empefían en que
todó el
mundo ha
de
saber
mi
hombrada. Yo no
he
vuelto
á
acol"dál'me de10 -
que -hice.
/
-y
así
debe
ser,
amigo
niío-manifestó Su
Ilustrísima, estrechándole la
mano.-El
re–
cuerdo de la limosna incumbe al
que
la recibe.
Oiga usted al Sr.
Mortoll!
¡Qué
bien 'caen en su
boca los elogios de la
valentía
de ustedl
_.
-¿Y
al fin
el
Sr. ,
D. Daniel se nos marcha? ..
-pregu-ntó
Romero:
'
-No-repuso.
el
Obispo.-Con permiso .de
mi hermano, acabo de
invitarle
para
que
esté
aquí quince
días
más
ó
-un
mes.'
D.
Juan,
que meditaba allad9 de
s~
hija.,
al–
zó
la cabeza
y
dijo:
«¿No
te
p~ece
que bastará con
~cho
dfas'
- Como
q~ieras;
pero
ya
le
he
dicho
qué
quince
días...
~
-Como'
quieras
tú-indicó
D.
JU8n.-t.o
-
-
.
que
ahora
nos
.impor~a
más
es
comer.
610l'1li,