I
GLORIA '
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esa comida, por amor de Di<>s. Mira que estos
dos setiores tienen que marcharse pronto.
-Ya pueden ustedes bajar-repuso ella con
semblante animadísimo, derramando claridad
y alegría por 'sus negro·s ojos.-Tío, sefíor doc-
tor, se110r cura, RafaeL...
'
¡
Al suave anuncio del córner, Sedefio dejó en
paz
la
prensa periódica.
) c¿Baja hoy
el.
Sr. Morton?
-Si:'
hoy baja ' por priméra vez-dijo Su
Ilustrísima.
-Aquí
está.»
Una sombra se interpúso en la puerta. Era
Morton, todo vestido ' de negro, pálido, hermo–
so
y
demacrado, semejante
á
un mártir de los
primeros siglos que, resucitando, se pusiera le–
vita.
cBien, amigo, bien por ese
valor,~
gritó
el
cura saliendo al encuentro del extranjero.
El
señor
O
hispo salió apoyándose en su bas- ,
tón. Ofrecióle Daniel el brazo
y
bajaron ambos
delante. Siguiéronle los demás.
Glo.ria
se quedó la última.
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