SERGE GRUZINSKI
Si entendemos bien a Gruzinski, la
World History
comienza cuando llegan las textos
de/
tomismo
y
la escol6stica,
y
mos tarde Newton
y
Descartes, a las monos
de
criol/os
y
de
te61ogos cobrizos
de/
Nuevo Mundo. eEs esa la otra modernidad?
• Legitimar la expansion portu–
guesa y castellana en los mares
del globo, actuando como no–
tarios de la mundializacion y
• Recalentar el viejo tema de la
cruzada contre e l Islam des–
de entonces percibido como
universal.
12
Los Europeos aprenden a pen–
sar el mundo
-o
dirfamos hoy en
dfa:
«to think global>r-
a partir de
esta «triangulacionn dinamica.
Pero no fueron los Cmicos. Dicho
sea de paso, tambien existfan tur–
cos que compartfan estas ideas,
por lo menos los que defendfan
las posiciones expresadas en el
Tarih-i Hind-i garbi,
una obra an6-
nima escrita en 1580. Esta histo–
ria turca de la conquista y de la
colonizacion del Nuevo Mundo,
intentaba integrar el nuevo con–
tinente en la concepcion yen el
saber islamico del mundo para
corregir el escandalo que impli-
186
caba el hecho de haber deja–
do la conquista de America a los
«malditos francosn.
13
Hacia una nueva
historia o nuevos
horizontes hist6ricos
Entre mundializacion y mestiza–
je, entre modernidad canonica
y modernidades de los confines,
entre occidentalizacion e lsla–
mizacion, la historia del siglo XVI
aparece cargada de una extra–
na actualidad . Para restituir esta
«conciencia-mundo» naciente,
las disciplinas historicas con sus
cartograffas preestablecidas,
sus fronteras y sus monopolios
no ayudan. Para imaginar una
nueva lectura del siglo XVI y
pensar la relaci6n pasado/pre–
sente de manera mas din6mica,
tal vez precisemos cumplir una
doble ruptura. En primer lugar,
con las tradiciones historiografi–
cas nacionales, heredadas del
siglo XIX, unas tradiciones que
fueron bastante eficaces para
construir la nacion en los tiem–
pos ya lejanos de la revolucion
industrial, pero que hoy parecen
completamente desfasadas en
un tiempo de mundializacion y
de recomposicion de los espa–
cios de vida y de
sobreviven~ia:
el caso de la Union Europea, del
Mercosur, del Tratado de Libre
Comercio entre Estados Unidos,
Canada y Mexico. Parece logi–
co y urgente que a los nuevos
espacios respondan nuevas me–
morias, nuevos instrumentos y
nuevas lecturas del pasado.
Tal vez precisemos alejarnos
de los antiguos etnocentrismos
que paralizan cualquier esfuerzo
para «pensar el mundrn>, o sea
analizar la relacion entre lo local
en el cual vivimos
y
lo global que
se impone como horizonte. Los
historiadores europeos debe–
rfan combatir los europeocen–
trismos ancestrales que impiden
Joyas de la Biblioteca