

LA VIRGEN
y
LAS DOS TORRES.
fa
HISTORIADOR Y LA MUNDIALIZACION
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lm6genes de libros de cronistos, de viojeros.
Lo
modernidod desde los confines
a
lo que
olude Gruzinski. El CNN de lo epoco, las estompos.
Joyas de la Biblioteca
China, en las islas Molucas, en
las Filipinos de los espanoles...
En esta epoca el Islam, en la
forma del imperio otomano,
est6 atacando el coraz6n
de Europa. No nos debe sor–
prender el hecho de que re–
petidamente, en
Os Lufsiadas,
Luis de Camoes denuncia «Os
feros Maumetanos» (VIII, 88) ,
«o falso Mouro»
(1,
99) ,
«o torpe
Mahameden
(1,
99) ,
«o falso
Mahamede»
(II , 50),
«o vicio–
so Mahomo» (VII ,
17) ,
procla–
mando una lslamofobia tfpica
de los cristianos ibericos, pero
de significado m6s profundo:
la certidumbre de que el des–
tino del mundo est6 en juego
en el enfrentamiento global
con el Islam.
En el imaginario de los lbericos
y de otros pueblos europeos,
la triangulaci6n del mundo se
funda en estas tres din6micas
que se definen
y
redefinen en
la medida que el mundo se
descubre en toda su totalidad .
Mientras que la cristanidad lati–
na se transforma en Europa, el
Nuevo Mundo introduce una
extension occidental a la Euro–
pa iberica: el Occidente est6
naciendo
y
el Islam se impone
como peligro planetario. Vale
la pena recordar que en la se–
gunda mitad del siglo
XV,
en
los albores de la mundializaci6n
iberica , el papado estaba im–
plicado en un triple programa
de redefinici6n
y
de repartici6n
del mundo:
• Definir lo que era Europa: la
famosa frase del Papa Pfo II
en el
Tratado de Europa: «Eu–
ropeos et qui nomine christia–
no censentum.
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