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mantes de los Europeos. Fueron

los intermediarios indispensables,

formaron

passeurs

insustituibles

entre las sociedades y las civili–

zaciones. Al contrario, muchas

veces actuaron como protago–

nistas de los cambios provoca–

dos por la dominaci6n iberica,

adaptando, transformando y

desviando el proceso de occi–

dentalizaci6n. En Mexico, estos

cambios originaron formas de

«pensamiento mestizo» que es–

tudiamos en el siglo pasado.

8

Durante los siglos XVI y XVII,

varias partes del mundo reac–

cionaron a las formas sucesivas

tomadas por la mundializaci6n

europea consiguiendo preserver

su propia capacidad de recep–

ci6n y de acomodaci6n a las

distintas capos impuestas que

acabamos de distinguir. El caso

del Jap6n, que resolvi6 cortar

muchos de sus lazos con los eu–

ropeos en el inicio del siglo XVII ,

ilustra perfectamente esta situa–

ci6n y esta capacidad . Otras

regiones, como la America es–

panola

y

portuguesa, tuvieron

un destino opuesto. Quedaron

definitivamente trastornadas

por los cambios impuestos a sus

respectivas poblaciones: las dos

Americas fueron capturadas en

las redes de la mundializaci6n

iberica, colonizadas

y

recubier–

tas por las capos sobrepuestas

que acabamos de enumerar,

y reducidas a la condici6n de

sociedades dominadas. La so–

ciedad esclavista que naci6 en

el Brasil ilustra este tipo de me–

tamorfosis.

De hecho, las formas mas ra–

dicales, violentas y espectacu–

lares de rechazo se dieron en

Joyas de la Biblioteca

LA VIRGEN Y LAS DOS TORRES .

fa

HISTORIADOR Y LA MUNDIALIZAC16N

los mundos isl6micos

~C6mo

explicarlo? Tai vez recurriendo

a nuestra perspective de histo–

ric global. Este repudio puede

explicarse en parte porque el

lado musulm6n del globo

y

de

la humanidad habfa sido pio–

nero en el proceso de mundia–

lizaci6n, alcanzando exitos tan

r6pidos e impresionantes, para

verse luego despojado de su mi–

si6n planetaria a favor del pro–

yecto cristiano-euro-ocidental.

Esta frustraci6n continuada se

intensifica en nuestros dfas. De

allf las reacciones mesi6nicas,

suicides y destructoras que sur–

gen constantemente en esta

parte del mundo y fuera de el.

No cabe olvidar m6s el papel

del Islam en el contexto de la

mundializaci6n iberica.

El Islam, el Nuevo

Mundo

y

Europa:

lUn

triangulo infernal?

Hoy sabemos que la mundiali–

zaci6n del siglo XVI no puede

ser limitada a su dimension pu–

ramente econ6mica, el asf lla–

mado

World System,

descrito

y

analizado en el siglo pasado

por Immanuel Wallerstein en

famosos estudios.

9

Me parece

que las dimensiones religiosas,

politicos - el dominio de la Mo-

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