Libro Quinto
Capítulo XXVII
A
NDABA SIEMPRE EN UNA
mula crecida, de color entre
pardo y bermejo: yo no le vi en otra cabalga–
dura en todo el tiempo que estuvo en el Cozco
antes de la batalla de Sacsahuana. Era tan contino
y diligente en solicitar lo que a su ejército convenía,
que a todas horas del día y de la noche le topaban
sus soldados haciendo su oficio y los ajenos. Eima–
ginando Carvajal que habían de murmurar de su
mucha diligencia, al pasar por ellos, con el sombre–
ro en la mano (en lugar de «beso las manos»), les
decía: «Lo que hoy pudieres hacer, no lo dejes para
mañana», y esto traía casi siempre en la boca. Y si
le preguntaban cuándo comía y cuándo dormía,
respondía: «A los que quieren trabajar, para todo
les sobra tiempo».
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