Libro Quinto
Capítulo XXVII
La entrada de Gonzalo Pizarro en el Cozco.
E
L
CAPITAN JuAN
DE
la Torre le tenía hecho un sole–
ne recebimiento, con muchos arcos triunfales
puestos por las calles por do había de pasar, he–
chos de muchas y diversas flores de varias y lindas
colores, que los indios solían hacer en tiempo de
sus Reyes Incas. Entró primero la infantería, cada
compañía de por sí, las banderas tendidas y ellos
puestos por su orden, de tres en tres cada fila, los
capitanes delante de sus soldados. Luego entró la
caballería, por la misma orden; mucho después de
alojada la gente de guerra, entró Gonzalo Pizarra,
acompañado solamente de sus criados y de los
vecinos que andaban con él. No quiso entrar con
sus soldados, porque no dijesen que triunfaba de
sus enemigos.
A
su entrada repicaron las campanas
de la Catredal y de los conventos, aunque entonces
había pocas. Los indios de la ciudad, por el orden
de sus barrios y naciones, estaban en la plaza, acla–
mando a grandes voces, llamándole Inca y otros
renombres de Majestad que a sus Reyes naturales
solían decir en sus triunfos, porque fue orden del
capitán Juan de la Torre que así lo hiciesen como en
tiempo de sus Incas. Hubo música de trompetas y
ministriles, que los tuvo Gonzalo Pizarra en estremo
buenos. Entró en la Iglesia de Nuestra Señora de
las Mercedes, a adorar el Santísimo Sacramento y
la imagen de la Virgen, su madre, Nuestra Señora.
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