Libro Octavo
Capítulo XXI
Fin del Libro octavo, último de la historia
D
E LOS HIJOS TRANSVERSALES
destos Reyes, aunque
en el último capítulo de la primera par–
te destos
Comentarios
dimos cuenta cuántos
descendientes había de cada Rey de los pasa–
dos, que ellos mismos me enviaron (como allí
lo dije) la memoria y copia de todos ellos, con
poder cumplido a Don Melchior Carlos y a Don
Alonso de Mesa y a mí, para que cualquiera de
nosotros la presentara ante la Católica Majestad
y ante el Supremo Real Consejo de las Indias,
para que se les hiciera merced (siquiera por–
que eran decendientes de Reyes) de libertarles
de las vejaciones que padecían, y yo envié a la
Corte los papeles y la memoria (que vinieron a
mí dirigidos) a los dichos Don Melchior Carlos
y Don Alonso de Mesa, mas el Don Melchior,
teniendo sus pretensiones por la misma vía,
razón y derecho que aquellos Incas, no quiso
presentar los papeles por no confesar que ha–
bía tantos de aquella sangre real, por parecerle
que, si lo hacía, la quitarían mucha parte de las
mercedes que pretendía y esperaba recebir, y
así no quiso hablar en favor de sus parientes, y
él acabó como se ha dicho, sin provecho suyo ni
ajeno. Parecióme dar cuenta deste hecho para
mi descargo, porque los parientes, allá donde
están, sepan lo que pasa, y no se me atribuya
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