Libro Cuarto
Capítulo XLII
El autor dice cómo se había Gonzalo Pizarro con
los suyos. Cuenta la muerte de Vela Núñez,
la llegada de Francisco de Carvajal a Los Reyes,
el recebimiento que se le hizo
Y
o coNocí AGONZALO P1zARRo de vista en la ciudad
del Cozco, luego que fué a ella después de la ba–
talla de Huarina, hasta la de Sacsahuana, que fueron
casi seis meses, y los más de aquellos días estuve en
su casa y vi el trato de su persona, en casa y fue ra
della. Todos le hacían honra como a superior, acom–
pañándole doquiera que iba a pie o a caballo, y él
se había con todos, así vecinos como soldados, tan
afablemente y tan como hermano que ninguno se
quejaba dél. Nunca vi que nadie le besase la mano, ni
él la daba, aunque se la pidiese, por comedimiento.
A
todos quitaba la gorra llanamente, y a nadie que
lo mereciese dejó de hablar de vuesa merced.
A
Car–
vajal, como lo hemos dicho, llamaba padre; yo se lo
· oí una vez, que, estando yo con el Gobernador, que
como a niño y muchacho me tenía consigo, llegó a
hablarle Francisco de Carvajal, y aunque en el apo–
sento no había quien pudiese oírle sino yo, se recató
de mí y le habló al oído, de manera que aun la voz no
le oí. Gonzalo Pizarro le respondió pocas palabras, y
una dellas fue decirle: «Mirad, padre».
Vile comer algunas veces: comía siempre en pú–
blico; poníanle una mesa larga, que por lo menos
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