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(( Lo
ampe ino
no miraban
y
n
otr
n
p díam
cr er
qu hubiera tanta
pobreza))
e entia tanto la pre encia de endero o
el
Ejército. En 1987
nos in itan a la Muestra Nacional de Teatro en Andahuaylas.
Y nos amo
fe lice y contentos, e o iba a e r una rumba.
Teníamo ya e pacio en el teatro naciona l, y todo estaban
intere ado en ver qué iban a e trenar e to huevones de Vil la.
Esa noche en Andahuayla , cinco minuto ante de e trenar,
entra el jefe del Comand Político Militar. «Ustedes no pueden
alir a e cena -no dijo-, hay gente de Sendero, también hay
gente infiltrada, hay gente de la Policía, a í q ue
i ustedes e
ponen a hacer algo que lo ofende, alguien le mete un balazo
y no podemo hacer nada . Ustede son mi re ponsabilidad,
así que e uben al a ión y e largan».
¿Qu é íb amo
a hacer? H abía que pre e ntam o . Una
compañe~a
e fue a vomitar. Estábamo ca rgado de adrenalina.
Así que lo organizadores no quedaron mirando y no dijeron:
«Ustede deciden». E a fue la primera vez en mi
ida que entí
que lo que estaba h acie ndo e ra importantí imo, era una
cuesti ón de
ida o muerte. Y me aco rdé d e Mo li ere muriendo
en el
cena rio. Me entró el romanticismo feroz de que no
importa que me maten si hago lo que me gu
ta,
i igo haciendo
teatro. Pero también me dio mied . Decidimo pre entam o .
Yo empezaba la obra, entraban todo con una bolsa, y de ella
sa lía yo diciendo: «Me han querido matar, me han querido
a e inar», y entraba con un cuchill o e n a ngrentad o , con
uniforme de militar y un aco negro roto. Era un
ímb lo
dema iad
fuerte para una zona de guerra. M doy cuenta años
de pués de que
o fue un uicidio, y que
i no no mataron
ese día fue porque alguna razón p dero a en la tierra o en el
cielo lo hizo.
E taba dentro del e cenario, en mi per o naj , e petando el
balazo que terminara con mi funci · n . Y nunca lleg ·, eguía
interpretando la bra, cada vez me en
tu
ia maba má . Terminó
la funci · n
, en lugar de aplau o , hubo un
ilencio total. En
e ilencio veo que empiezan a ubir mi compañero de teatro,
iento que e t y parado y ha un grupo que me rodea y me
dice: «Baja con no otr
, no queremo que epan quiénes han
hecho la funci · n. Dejen u co as, la rec gem
maña na, ahora
hay que alir de aquí». Y tenía alr dedo r un e pira l de
compañero q ue me e taban protegiend . Fue un ritu a l
impre ionante.
Lo
iete acto r
de la obra cada uno rodeado
por un montón de gente, campe in
, e tudiante . Bajamos y
no fuimo al hotel, cerramos la puerta y, de pr nto, emp cé
a e cuchar aplau os, gente que me ab razaba ll o rando, mi
cornpañer
, mi arniao , todo . Era una celebración de la
ida
en medio de la guerra.
Creo que e e fue el gran quiebre, t mar una d ci ión corno
per ona y de ir:
~Yo
quier
er actor, quiero hacer teatro coda
mi
ida, y quiero hacer e te teatr
».
Tu e que optar entre hacer
teatro comercial
el má comprometido, p r el que opté.
Dije que finalmente en algún momento no
an a mata r, no
a a caer un balazo. Así que hay que eguir, y no
fuirno de
Co
UlO LO CHOLO EN EL PERú