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general Oribe á la c apital,

y

que los blancos e r a n amigos de

este general y los colorados sus contra rios, que tuvo al fin que

prestar oidos á

la cuestion, simpatiza ndo con e l nombre de

blanco por llama rse asi en España los carlistas y porque veia

que los prin c ipales h ombres d el país perte necian á es t e p a rtido,

decidiéndose al fin por simpatizar d el

t odo con los blancos e l

año 43, que fué á San Jo sé y

tod as sus r elacion es como era

natural tratándose d e los maragatos, pertenecian á esta comu–

nidad política.

Asi las cosas y estando e l general Orib e el año 44 sitiando á

Montevideo, tuvo conocimiento que Amilivi a y s u h ermano Juan

José, que Je acompañaba desde Burdeos, habian sido oficiales

en España, y teni endo que o r ganiza r la g uarnicion d el pueblo,

ordenóle a l Comandante General del d epartamento, D. J osé Ma–

ria Caballero, que formase d icha g u a rnic ion con todos los orien–

tales y españoles, que t amb ien servían en esa época, r esidentes

en el pueblo, nombrando capitanes á los dos h erm a n os .

Llamad o todo e l mundo á enrolarse se formaron d os compa–

ñias d e 100 hombr es cada una, mandando Amiliv ia la que se

componía de orientales y Jua nJosé la d e esp año les.

Durante toda la guerra grande los hermanos Amilivia presta–

ron servicio s en el departamento de San José, persiguiendo

matreros en los montes y vijilando la costa d e l Rio d e la Plata,

habiendo formado de sus dos compañías un mag nífico batallon

de línea por su inmejorable disciplina, r etirándose para sus

casas el dia que terminó la guerra, prévio licenciamiento de

sus fuerzas,

y

despues de haber recibido especialmente la s gra–

cias del general Oribe .

Durante este período, el año 48, tomó parte Amilivia en un

suceso, que si bien no tuvo importancia en el hecho material,

no deja de tener algun interés para la historia y merece por lo

tanto consignarse.

Tuvo conocimiento el jefe d e l pueblo d e San Jos é, D. Euge–

nio Larriera, que en la boca d e l Arazatí había anclado una go–

letita de guerra con la idea, se presumía, de robar 20.000 cueros

vacunos que habia en el puerto, perte n ecientes al Sr. Larravi–

d e . Con la mayor r eserva llamó el Sr. Larrie ra á Amilivia y

comunicándole el hecho le dijo que con50 infantes á su g usto y

el piquete de caballeria que habia de servicio en la costa, se

pusiese · en marcha para Arazatí y fratase de evitar el robo que

se sospechaba. Asi lo hizo, llegando al oscurecer al punto men-

so