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tambien e taba pre o por robos á la
·udad de Ba
na,
i ndo
conducido en efecto á pié y
in con id racion
d
nmauna
especie, encerrándolos en la cárcel n
a uida qu
11
·aron.
A los 13 días de e tar en la cárcel de Ba ona conducen
preso á un hermano de Amilivia
y
do
amiao qu
h bian
tomado el dia anterior y á todo
junto ,
á
lo do dia
se le
ordena la internacion á la ciudad de Dijon di tante d Bayona
210 leguas, adonde los conduj eron como criminal s,
pi y con
esposas, r ecorriendo de atapa en
tapa 37 pueblo y alojándos
en igual número de cárcele , habi ndo pasado una noch
encerrados en una letrina con centinelas de vi ta por no h b r
cárcel segura en
l pueblo. Do gendarme á caballo hacían u
custodia, cambiándose en cada etapa. Ad mas de la
po–
sas eran asegurados por unos cordele atados á media espal–
da y cuyas punta
las ll evaban su
guardienes.
Al llegar á Burdeos, el prefecto de la ciudad, compadecido
del estado de los presos di pu o que
e les sacaran la
es–
posas; consiguiendo despues en el
trayecto de
ta ciudad
á la de Dijon por medio de una estra tagema hábil
y
haci n–
dose entender por
eñas, que pasara uno de ellos por enfer–
mo del pecho debido al cansancio de la marcha. Tambien
se supo desempeñar el enfermo fingido que lo
ngañó at
médico que lo reconoció, y obtuvieron por e t e medio
lo
que deseaban, que se ordenara
u
tr aslacion ha t a Dijon
en carruaje.
Llegados al fin á esta ciudad ,
e les dá el pueblo por cár–
cel, entregándoles á cada uno d
los carlistas que est aban
allí un franco al dia por cuenta y órden del gobierno espa–
ñol. Al año justo se les concedió la libertad, pasando Ami–
livia con
su hermano á Burdeo , de donde determinaron
venirse á Montevideo para r eunirse con Policarpo, q ue hacia
ti empo estaba en nuestro paí y ej reía
á
la sazon el pues–
to de teniente cura con Monseñor Estrázulas.
El 2 de Noviembre del año 1842, arribó á nuestras pla–
yas el Capitan de los carlistas, D. Gerónimo de Amilivia.
Al poco ti empo de estar en
fontevideo, como era forzoso
que sucediese; pues estaban en su período álgido los partidos
tradicional es, oyó hablar de blancos y colorados, no pre ·tán–
dole en el primer momento gran atencion. Pero tanto los oyó
nombrar,
y
tanto se hablaba entonces que se aproximaba el