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contra el General Espartero, que con 40000 hombres preséntale
batalla al mismo Cárlos V, habiéndose peleado estraordinaria–
mente y siendo al fin derrotado el enemigo.
En los años 1838 y 39 se encuentra en la sorpresa del Valle de
Meno, en los combates de Fuenterrabia, de Saredo, de Vera,
de Lermia y de Valladolid; de cuyo punto tuvo que ir el batallan
en que servia Amilivia con otros cuerpos á protejer al rey que
venia en derrota, empeñándose mas tarde la gran batalla de
Retuerta; siendo el último combate que se encontró en España
la pelea en Gueste del Rey en la retirada de Segovia. De aquí
marchó con todo el ejército á las provincias del Norte, y hasta
el convenio de Vergara, que se retiró á su casa, continuó sir–
viendo en el mismo batallan.
A los cinco ó seis meses de celebrado este convenio tratóse
nuevamente de levantar gente en las provincias vascongadas
á favor del Rey Carlos V. Amilivia, y dos de sus hermanos se
comprometen á sublevarse, pero son descubiertos, como otros
por un comisionado que prenden las fuerzas del gobierno y lo
fusilan, teniendo que huir precipitadamente, siendo persegui–
dos sin 'tregua por intérvalo de 12 dias, hasta tal punto que el
gobernador de la provincia de Guipúzcoa dió un bando por
todos los pueblos y caserios, diciendo que seria pasado por las
armas todó el que les viera ó albergase en sus casas y no diera
cuenta inmediatamente á las autoridades. Pero nadie los denun–
ció, pues el vasco muere antes que ser traidor; por el contrario
eran agasajados por todas partes, consiguiendo al fin con bue–
nos baqueanos, internarse en el territorio francés, burlando la
vijilancia de sus perseguidores.
Llegados á Francia y no encontrándose muy seguros por el
favor que el Gobierno Francés dispensaba á las autoridades
españolas, escondiéronse inmediatamente con la idea de in–
vadir el territorio español en la primer oportunidad, pues
todavía existia ui:i ejército carlista en la provincia de Cataluña,
al mando del General Cabrera, que no había entrado en el
convenio de Vergara; pero nunca llegó ese momento, teniendo
la fatalidad Amilivia de ser descubierto por las autoridades
francesas y puesto preso incontinenti.
Aquí empieza el verdadero calvario de nuestro valiente
guipuzcoano. Encerrado en el acto en la cárcel de San Juan
de Luz, determina la autoridad del pueblo remitirlo al dia
siguiente
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con esposas y en collera con un contrabapdista que