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e

Sr. Dr. D. Cárlos Ambrosio L erena.

>

Mi querído amigo:

>

Veo con pesar que Vd. no paga el debido

tributo

la

fatalidad de los

hechos que se han producido y

á

la gravedad de los pel igros que se ciernen

sobre nuestro porvenir, cuando todavia quiere Vd. colocarse en el terreno de

la justicia absoluta y de las conveniencias esclusivamente nacionales, que solo

podrían consultarse por medio de

ttna paz honorable para todos los parti–

dos

y

círculos políticos.

>

Yo creía que había

llegado el caso de que los que aspirábamos

á

una

solucion eminentemente nacional que rompiese la tradicion ominosa que se

viene imponiendo al país desde Pereira hasta la fecha y restituyese al pueblo

el ej ercicio de su soberanía radical, como base indeclhable de

reconstruccion

legítima,

renunciásemos á

tan patrióticas y

legítimas aspiraciones, vista la

imposibili dad de imponer

á

los prohombres de la lucha armada una solucion

ajustada á esas aspiraciones.

>

Vd. sabe que he sido de los primeros en colocar la cuestion en esos tér–

minos; Vd. sabe que nadie habi"' hab]ado sino muy vagamente de p:i.z cuando

El S iglo

indicó que debia convertirse la despiadada lucha en que esbban em–

peñados los partidos orientales, en un

triunfo augusto de

Ja

sobe1 :inia del

pais, que nos encarrilase una vez por todas en las vías de Ja legalidacl, y nos

permitiese constituir Gobierno que

aceptase el pais entero como

espr~:ion

de

esa soberanía.

>

Para llegar

á

ese resultado proponíamos Gobierno Provisorio con Batlle ó

sin Batlle, y llamamiento por el sufragio, de una Convencion Nacional ó A am–

blea Constituyente, que

sirviesc de punto de partida á

la recon truccion de

los poderes ordinarios.

>

Que esa solucion no es aceptada por el General Baille y sus hombres

y

que no lo habria sido talvez por los de la revolucion, está fuera de cuestion; y

que Jos que asi pensamos no

tP.nemos poder para imponer esa solucion al

Gobierno del General Batlle, que cuen ta en

la capital

con

3000

bayonetas

que paga á razon de

30

pesos mensuales y obedecen

sin exámen y sin con–

ciencia á la mano que les paga, es una confesion que no me sonroja el hacer

á Vd., porque es muy viejo en la vida de los pueblos mas libres y viriles que

ten gan que someterse al hecho pr epotente en situaciones dadas.

• ¿En este caso que hacer?

>

¿Abogar por la guerra hasta el triunfo definitivo ó hasta el esterminio?

~

No seria yo de los que me detendría ante los sacrificios pecuniarios que Ja

guerra impone ó ante la ruina que reduce

á

nuestra rica campaña, si en últi–

mo término y en ;el triunfo de uno ú otro partido viese interesado el princi–

pio de

la nacionalidad

ú

otros principios de organizacion política, en cuyos

altares deben los pueblos sacrificar la vida y la fortuna de sus hijos.

>

Pero el triunfo del gobierno del general Baille, si bien salvaria al país de

una restauracion que yo considero peligrosisima y funesta, fundándome en pre-