-
254 -
e
Sr. Dr. D. Cárlos Ambrosio L erena.
>
Mi querído amigo:
>
Veo con pesar que Vd. no paga el debido
tributo
;á
la
fatalidad de los
hechos que se han producido y
á
la gravedad de los pel igros que se ciernen
sobre nuestro porvenir, cuando todavia quiere Vd. colocarse en el terreno de
la justicia absoluta y de las conveniencias esclusivamente nacionales, que solo
podrían consultarse por medio de
ttna paz honorable para todos los parti–
dos
y
círculos políticos.
>
Yo creía que había
llegado el caso de que los que aspirábamos
á
una
solucion eminentemente nacional que rompiese la tradicion ominosa que se
viene imponiendo al país desde Pereira hasta la fecha y restituyese al pueblo
el ej ercicio de su soberanía radical, como base indeclhable de
reconstruccion
legítima,
renunciásemos á
tan patrióticas y
legítimas aspiraciones, vista la
imposibili dad de imponer
á
los prohombres de la lucha armada una solucion
ajustada á esas aspiraciones.
>
Vd. sabe que he sido de los primeros en colocar la cuestion en esos tér–
minos; Vd. sabe que nadie habi"' hab]ado sino muy vagamente de p:i.z cuando
El S iglo
indicó que debia convertirse la despiadada lucha en que esbban em–
peñados los partidos orientales, en un
triunfo augusto de
Ja
sobe1 :inia del
pais, que nos encarrilase una vez por todas en las vías de Ja legalidacl, y nos
permitiese constituir Gobierno que
aceptase el pais entero como
espr~:ion
de
esa soberanía.
>
Para llegar
á
ese resultado proponíamos Gobierno Provisorio con Batlle ó
sin Batlle, y llamamiento por el sufragio, de una Convencion Nacional ó A am–
blea Constituyente, que
sirviesc de punto de partida á
la recon truccion de
los poderes ordinarios.
>
Que esa solucion no es aceptada por el General Baille y sus hombres
y
que no lo habria sido talvez por los de la revolucion, está fuera de cuestion; y
que Jos que asi pensamos no
tP.nemos poder para imponer esa solucion al
Gobierno del General Batlle, que cuen ta en
la capital
con
3000
bayonetas
que paga á razon de
30
pesos mensuales y obedecen
sin exámen y sin con–
ciencia á la mano que les paga, es una confesion que no me sonroja el hacer
á Vd., porque es muy viejo en la vida de los pueblos mas libres y viriles que
ten gan que someterse al hecho pr epotente en situaciones dadas.
• ¿En este caso que hacer?
>
¿Abogar por la guerra hasta el triunfo definitivo ó hasta el esterminio?
~
No seria yo de los que me detendría ante los sacrificios pecuniarios que Ja
guerra impone ó ante la ruina que reduce
á
nuestra rica campaña, si en últi–
mo término y en ;el triunfo de uno ú otro partido viese interesado el princi–
pio de
la nacionalidad
ú
otros principios de organizacion política, en cuyos
altares deben los pueblos sacrificar la vida y la fortuna de sus hijos.
>
Pero el triunfo del gobierno del general Baille, si bien salvaria al país de
una restauracion que yo considero peligrosisima y funesta, fundándome en pre-