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Sr. Dr. D. José Pedro R amirez-Montevideo
• Buenos Aires, Octubre 24 de 1871.
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Muy q.erido amigo y compañero:
Recien he leido h oy
el
artículo de
usted, •Desencantos• inserto en
El Siglo
del
20,
y escrito á consecuencia de
una carta que dirijí á nuestro comun amigo D. José Pedro Varela, rectifican_
do los conceptos atribuidos
á
varios Jefes
influyen tes que militan en las filas
de la revolucion.-¿valia la pena de que Vd. se preocupase de mi rectificadon
dándole una interpretacion y una importancia que en si no tiene?
" Vd, siempre benévolo y consecuente conmigo, lamenta sin embargo que le
haya producido un amargo desencanto, mostrándole
que los
lzombres Jóvenes
z'liutrados del partido blanco,
permanecen indiferentes al cuadro sombrío) desgar–
rador que ofrece el escenario de la República. ¿Habria V. procedido de un modo
distinto al mio en presencia de la calumnia y de los intereses comp1ometidos
de su partido? ¿Habría V. permitido deci r impunemente en la época en que
sostenía la cruzada del general Flores, que Caraballo, Suarez, Aguilar, falsea–
ban el programa revolucionario que V. mismo, sino me engaño redactó?
• P ero, sea de ello lo que fuese, desde que Vd. me hace un reproche, Y
un reproche tan severo como
es el de
atribuirme que solo
hablo en
los
solemnes conflictos porque pasa el país con la
pasion
enconada del partida–
dario, justo es que me permita esplicar el móvil que me guió en mi
rectift·
cacion,
á fin de no desmerecer
en
la es timacion
de mis conciudadanos, no
importa cual sea su color político.
• Todos cuantos observen imparcialmente la tenaz y prolongada lucha sos–
tenida por masas de ciudadanos casi inermes, contra
el
poder de que dispone
el General Batlle, no pueden menos de hacer justicia á la abnegacion y he–
roísmo de los ciudadanos que lo
posponen todo, familia, h ogar, intereses, en
áras de sus creencias políticas, de sus
libert ades y derechos. Mantener por
nuestra parte, ese fuego sagrado en el corazon de nuestros correligionarios en
armas, es no solo un deber de partidario,
sino tambien de patriota, desde
que abrigamos la creencia de que en . la preponderancia de nuestro partido se
cifra el bien de la patria.
• Siendo lógicos, pues, no podemos ni
de~emos
consentir en silencio
que
la prensa de Montevideo
invente y trasmita opiniones de jefes caracterizados
de la revolucion con el fin de enervar el espiritu
de sus sostenedores; y co·
mo esa es su tendencia manifiesta,
no pude
suponer que causara
tan gran
estrañeza el que yo
tomase la personeria voluntaria y oficiosa de amigos tan
notables como lo son los Coroneles Burgueño, Salvañach, Estomba y Arrue,
para negar las aserciones que se les atribuyen, sin que esto importase poner–
me en pugna con mis antecedentes de amigo de la paz y de la reconciliacion
entre hermanos.
• Lo pruebo asi, querido amigo, en la misma carta que ha dado mérito al
artículo de Vd., cuando digo:
«
si este diario ó cualquier otro,
~e
hubiera li–
mitado á decir que el Coronel Burgueño y los <lemas Sres. que se nombran