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LA PAZ DE ABRIL

Antes de firmarse lo que ya ha pasado al dominio de la

historia bajo el nombre d e

«

Pacto d e Abrib y despues del

fracaso de la mision del Obispo Monseñor Vera, que acaba–

mos de narrar, tuvieron lugar nuevamente varias tentativas

de paz, sin otro resultado que avivar en la opinion pública

el deseo cada dia mas vehemente d e la terminacion de la

guerra.

La primera de estas tentativas fué la propuesta por el

Dr. D. Manuel Herrer a y Obes, Ministro d e Relaciones Es–

teriores d el Gobierno de Batlle y que d esd e el 1° de Agos–

to se encontraba en Buenos Aires, en mision especial cerca

del gobierno Argentino, para ges tionar la internacion de

los emigrados orientales que r es idi a n accidentalmente e n esta

ciudad.

Despues de haber fracasado su mision estraordina ria

pues el gobierno Argentino no hizo lugar

á

las pretensio–

nes del gobierno de Montevideo, por no existir causas osten–

sibles y probadas para proceder contra los emigrados, el Dr.

H errera comenzó por aproximarse á los principales miembros

del Comité revolucionario, despl egando esa suave diplomacia

que tanto lo distingue, y pr:opúsoles luego la paz, en nom–

bre de su gobierno, bajo las siguientes condiciones :

Amnistia general;

R eposicion en sus antiguos grados

á

los j efes

y

oficiales de

la revolucion;

Y qitinientos mil pesos fuertes por indemnizaciones, etc.

Estas bases fueron trasmitidas al General en Jefe del ejerci–

to r evolucionario, y éste, en r e union d e jefes, resolvió recha–

zarlas por considerarlas hasta indecorosas.

Posteriormente

á

este fracaso y con motivo de una calumnia

fraguada por un diario de Montevideo contra varios j efes revo–

lucionarios que el Dr. L e r ena la pulverizó, y

El Siglo

comentó

al Dr. L erena, se cambiaron las siguientes cartas entre dicho

abogado y el Dr. Ramir ez, q ue tienen atingencia con la paz y

son de oportunidad en esta crónica.

H ablan los Dres. Lerena y Ramirez: