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operaciones van á empezar activas: esto es si no lo impiden los que se es –

fuerzan en falsearlo todo para desprestigiar al General en J efe; cuidado con

ese jueguito que puede costamos caro. Recuerden el 64 y 65 y an tes de esos

años!

• .Mucha falta me hacen las noti cias de V ds., y, para acertar, para conocer

un poco lo que se piensa hacer. Por mi parte haré lo que pueda, lo que crea

conveniente.

l

Si no hay concierto, no será por culpa mía.

• Mis recuerdos

á

los ami gos. He esperado saber si el Dr. Acosta estaba

cerca de Mercedes para hacer algo de acuerdo con él.

. • Lo único que sé es que Pintos Baez está en la Colonia con 400 hom–

bres-Que Enrique Olivera tiene 500 en P aysandú, y que en Tacuarembó

han ido Salvañach y Vargas- Justiniano no ha escrito aún del Paraguay.

• Creame su sincero amigo y escríbame.

Federico N in Reyes.

(r)

(1) Confirmando los cargos que el Sr. Nin R eyes ful mina en la carta trascripta contra algu–

nos hombres del P artido Nacional, véase lo que decía el mismo General Aparicio en carta

fe–

chada el dia 10 de Febrero en las T arariras departamento de Cerro-Largo, dirigida reserva–

damente á un jefe que estaba en la villa de M elo; debiendo hacer constar que en esos mismos

días se reunieron la mayor parte de los jefes de la revolucion, presididos por el General Bas–

tarrica,

y

entusiastamente firmaron un acta adhiriéndose completamente á la persona del Ge–

neral Aparicio.

»

Ciertos hombres que hoy se encuentran en ese pueblo-son los hombres de siempre, funestos

en todas las épocas.-Llenos de rencillas, de miserias- absolutistas que creen que sin ellos no

hay nada bueno.

Los he querido probar- conociéndolos bien

á

fnndo- Jes abri los brazos creyendo sinceras

sus intenciones-creyendo que el yugo que habían soportado y el largo cautiverio los hubiera

purificado, regenerándolos de sus vicios.

~

Pero desde el primer momenso comprendí su tendencias-sufrí entonces en silencio sin des_

plegar mis lábios-todo por la palT;a!

• H e seguido callando ante esos trabajos sordos, disolventes

(y

callaría aun si necesario fue–

se) observando esos movimientos

y

sin por ello retirarles mi confianza.

>

H an querido perderme (deshaciéndose de mi) destruyendo mi obra- espe(anzados (estoy

cierto) de volver

á

levantar el edificio de reconstruccion sobre mis cimientos. D esgraciados !

no comprenden que si me pierdo yo se pierden tambien ellos, perdiéndonos todos para siem–

pre: juegan con los destinos de la patria como los Corredores en la Bolsa con los Bonos Na–

cionales.

>

P ermÍlame Sr. Coronel este desahogo. Que su patriotismo, su hombría de bien, su lealtad

me inspiran esta confianza que

á

nadie,

á

ningun otro se la hubiera hecho.

>

¿Qué quieren esos ambiciosos, qué pretenden de m_i?-Les he dicho esperen

á

que termine

Ja guerra, que les presentaré la mesa cubierta de manjares para que satisfagan sus apeti–

tos,... Nada he pedido-nada quiero para mi- solo aspiro á la salvacion de la patria que

tantos sacrificios me cuesta-Me lancé rodeado de cuarenta

y

tres patriotas- ellos (los hombres

de siempre) no me llamaron-::?ada me ofrecieron- nada les pedí-he venido

á

la patria oyen·

do los clamores, los jemidos de nuestros hermanos-que ya en negros calabozos unos-per–

seguidos los otros y errantes ganaban los montes, espatriándose los mas antes de pasar por

la cruel humillacion.

:La miseria c¡ue por todas partes cundia, el descréc)ito cu que iba cayendo el país debjdq