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cuadra é invadiendo con un ejército numeroso la República
Oriental para protejerlo, tomando primero á Paysandú y luego
á Montevideo, despues de lo cual sigue sus operaciones la triple
alianza hasta la completa destruccion del Paraguay.
La narracion de estos sucesos nos ha sido inspirada por un
personaje que colaboró activa y principalmente en ellos. La
hemos admitido considerándola ajustada á la mas estricta ver–
dad, analizada y examinada debidamente, á mas de estar en
perfecta concordancia con los hechos que entonces se produje–
ron y que son del dominio público en ambas orillas del Plata.
Conviene aquí hacer r esaltar, aunque sea como un antece–
dente que sirva para formar mas tarde un juicio acertado cuan–
do se escriba la historia de nuestro país, la desigualdad de
situaciones en que se realizaron re pectivamente la revolucion
del General Flores y la del General Aparicio.
En el primer caso, habia una administracion modelo, el país
ofrecia libre acceso á todos los orientales sin distíncion de co–
lores políticos y parecia abrirse una época no interrumpida de
prosperidad. Apenas hacian pocos meses que se habia dado
un decreto llamando á todos los emigrados al suelo de la patria
y ordenando á los cónsules en el estrangero facilitaran pasajes
y recursos á todos lo ciudadanos que quisieran volver al país.
En estos momentos en que se llamaba á la concordia y se pro–
pendia así á la confraternidad oriental, el General Flores se
lanzaba á la invasion armada.
En 1870, una colectividad política en su mayoria.perseguida
sin tregua y obligada á abandonar hogares
y
familias, vagaba
errante y mísera en los países vecinos, buscando en los mas
rudos trabajos el sustento diario y mirando con honda pena
las fronteras de la patria implacablemente cerradas por la in–
transigencia
y
los excesos de t odo género, cometidos por el
partido que habia escalado el poder con el concurso brasilero.
¿Cuándo, revolucion ninguna, estuvo mas justificada que en
aquella situacion tr emenda que pesaba sobre el partido Na–
cional?