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El partido vencido no cayó sin haber luchado con denuedo con–
tra un enemigo muy superior en número y en r ecursos, dejando
de su resistencia al invasor las páginas memorables de la Flori–
da y Paysandú, cuyos defensores Sotelo, Párraga, Gomez, Piriz
Azambuya y Braga, han dejado de sus nombres brillante é im–
perecedero recuerdo, que r ecogerán algun día las generaciones
venideras para honrarlo como mer ecen los buenos servidores de
la patria.
Los principales hombres del Partido Nacional estaban emigra–
dos y miraban con dolor desde el estrangero, cerradas para ellos
las puertas del pais, mientras estuviera al frente del gobierno el
magistrado esclusivista é intransigente, cuya primera declara–
cion al recibirse del mando había sido la de proclamar
iwbi
et
orbi, quegobernaria con
su
partido
y
para su partido.
Así los puestos públicos eran considerados·en aquella situacion
como patrimonio esclusivo de lafraccion dominante, las garantías
á la vida y á la propiedad eran letra muerta, pues no existían
para Jos ciudadanos nacionalistas, y el manejo de las rentas pú–
blicas solo consistía en el mas escandaloso despilfarro de los di–
neros del pueblo.
En una palabra, adueñado del poder el partido Colorado, per–
siguiendo sin cesar á los miembros del partido opuesto y apode–
rándose arbitrariamente de sus intereses que eran repartidos en–
tre los vencedores, había hecho emigrar miles y miles de ciuda–
danos que buscaban en tierra estrangera la tranquilidad y sosie–
go de que no podían disfrutar en la suya.
Y mientras que por una parte se perseguía sin cuartel á los
nacionalistas, el Erario se saqueaba sin el menor pudor, se crea–
ba una enorme deuda y se realizaban los mas leoninos negocios
Tal era á grandes pero fiel es rasgos diseñada la situacion, en eÍ
momento en que se produjo el movimiento revolucionario enca–
bezado por el General Aparicio.
Quizás se nos observe que para juzgar aquella época, es nece–
sario t ener en cuenta el ti empo y los hombres que ocupaban e¡
escenario político, quizás se nos diga que estaban aun latentes
los profundos ódios que engendran y dejan en pos de sílas gue–
rras civiles, y que se traducen en persecuciones y venganzas y
atentado de todo género; pero i e to puede en algo atenuar el
tri te cuadro que presentaba el pai , no es menos cierto tambien
que lama amarga censura e debe pronunciar sin r eserva ante