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-

VII -

niendo al Brasil la destruccion del Paraguay, que hacia sombra

á sus .intenciones de preponderancia en la América del Sud.

Aprovechó el Brasil los diez años convenidos de

statit quo,

para formar una gran escuadra y organizar su ejército, pero el

Paraguay que vió estos aprestos bélicos, empezó á prhararse

tambien en prevision de una guerra futura.

Desde entonces surgió en la Corte el pensamiento de la tri–

ple alianza, pues comprendiendo el Brasil que estaban descu–

biertos sus propósitos y que en una lucha de pueblo á pueblo,

quizás no le tocaría la mejor parte, temiendo además que las

repúblicas Argentina y Oriental hic.iesen causa comun con su

adversario, comenzó á desplegar los recursos de la suave y

corruptora diplomacia que ha caracterizado siempre al gabinete

de San Cristóbal y trató con el General Mitre, al cual atrajo á

sus proyectos, mareándolo y h¡tlagando su vanidad con la pro–

mesa de que seria el General en gefe del futuro ejército aliado,

como lo fué en efecto. No pudiendo el Brasil hacer otro tanto

con el gobierno patriota y republicano de Montevideo, buscó á

Flores, que estaba residiendo voluntariamente en la provincia

de Buenos Aires y entró en tratos tambien con él, ofreciéndole

la ayuda brasilera y argentina hasta colocarlo en el gobierno de

la República Oriental.

Combinada la alianza

y

lanzado el General Flores al territo–

rio oriental contra el gobierno mas honrado y tolerante que

haya tenido el país, empezó .el Brasil á buscar pretestos para

romper con los orientales y á provocar al mismo tiempo un

rompimiento entre argentinos y paraguayos.

El gobierno de Montevideo no se hizo esperar mucho, viendo

cuan injustos eran los motivos que aducia el Brasil para sus

reclamaciones y ultimatums, y conociendo además la trama que

estaba preparada, quemó un dia indignado los tratados de paz

que tenia con el Imperio, produciéndose como era consiguiente

el

casus bellis

que la corte deseaba.

El Paraguay tambien, comprendiendo que estaba irremisible–

mente perdido si dejaba avanzar las cosas, provocó la guerra

invadiendo posteriormente al territorio argentino.

Lo demás es bien conocido. El General Flores, armado y

equipado por el gobierno argentino, se mantuvo á duras penas

en el país, confiando mas que en sus recursos y conocimientos

militares, en la ayuda prometida por sus aliados, hasta que al

fin la dió ostensiblemente el Brasil, mandando una fuerte es-