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II -
Mas que nunca quizás, es ahora de oportunidad la fiel relacion
de aquella conti enda civil, porque tampoco nunca como hoy se
ha visto aletargada la voluntad popular, á tal punto, que ha sido
sustituida en los tiempos presentes, por acomodos y acuer–
dos mas ó menos lícitos y d eco rosos, en los cuales se ha pres–
cindido en absoluto del pueblo para la renovacion de los pode–
res públicos.
La libertad del sufragio, el esfuerzo vigoroso d e los partidos
en la lucha electoral, han sido sustituidos últimamente en la Re–
pública Oriental, por transacciones celebradas con interven–
cion directa d e su primer magistrado y los directores del partido
á que él perjenece y los gefes de los otros partidos que,
bongré
mal gré,
han tenido que da rse por satisfechos con lo que buena
y generosamente se les quiso conceder.
Hoy mismo, está en todas las conciencias inoculada con fir–
meza la idea, de que solo irá á la futura presidencia de la Repú–
blica, aquel ciudadano que mas plazca al actual Presidente general
Taj es, á despecho de todo el concurso que puedan buscar en el se–
no de( Cuerpo Legislativo los diversos aspirantes
á
ese puesto·
Hasta ese punto estremo han llevado nuestros compatriotas, por
muy doloroso que sea tener que r econocerlo, la abdicacion de
prerogativas que solo corresponde ejercerá la soberana voluntad
popular, atacada de un marasmo de que parece no podrá volver en
largo tiempo.
Formando señalado contraste con esta conducta deprimente é
indigna de los hijos de un pueblo viril, la revolucion de 1870 nos
ofrece á cada paso altos y repetidos ejemplos de patriotismo
y
ab–
negacion.
Parece imposible que los hombres que actuaron en aquellos
acontecimientos, que sacrificaron cuanto poseian en la d efensa
de su causa, que batallaron valerosamente en larga é intrépida
contienda para recuperar sus derechos hollados, sean los mismos
que ahora se han prestado á aceptar los acomodamientos indece>–
rosos que convirtieron el s ufrag io en una risible parodia electo–
ral
y
acatado, sin una protesta siquiera, semejante base de falsa
legalidad convencional para el órden de cosas existente .
E ta razon contribuy e á d et erminarnos á la publicacion d e
nuestra obra, considerando que debemos en estos momentos de
decaimient o
y
postracion, alentar el espíritu desfall ecido de los
buenos ciudadanos, trayendo á su memoria el recuerdo de glorio-
º
acontecimientos pasados, cuya fiel
y
exacta narracion nos