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supremo, se pudo rehacer la infantería y artillería del General

Suarez y ganando una altura elevada del terreno, lograron con–

tener con un fuego nutrido á los soldados revolucionarios, que

carecían casi de infantes y no tenían un solo cañon para inten- ·

tar romper el cuadro formado por las huestes del gobierno, á

las cuales sin embargo, continuaron hostilizando de cerca hasta

que llegó la noche.

Tres horas aproximadamente duró el combate, formando

lu ego su línea el ejército revolucionario sobre el costado iz–

quierdo de la línea anterior y campando mas tarde á retaguar–

dia, donde se dió descanso y comida á los soldados.

En esta situacion, casi sin municiones las tropas del gobierno

como se supo despues y estenuadas de fatiga, si el General

Aparicio les hubiera llevado de nuevo un ataque formal, ó por lo

menos, si los hubiese hostilizado de una manera seria, no habrían

tenido mas r ecurso que capitular, pues el ejército enemigo

estaba completamente perdido; p ero el jefe r evolucionario

deseando evitar mayores p érdidas de vidas, y creyendo además

que no habia necesidad ni de una ni de otra cosa para que se

entregase Suarez y que era simple cuestion de tiempo el que

esto sucediese, cometió el g ran error de dejar que llegase la

noche sin tomar disposicion ninguna para asegurar el éxito

completo de aquella jornada.

He aquí porque no se obtuvieron de ese triunfo los resultados

decisivos que pudieron haberse recojido. Como era lógico

esperar, tan pronto llegó la noche, el General Suarez abandonó

precipitadamente la altura en que se había r efugiado con sus

tropas y en marcha acelerada, sin darles un instante de reposo

caminó durante toda la noche, cruzando á pié el río Santa Lucia

por el paso de Pache y el arroyo Canelon Grande por el paso

de la Cadena, llegando al pueblo de Canelones al dia siguiente

y á la noche al pueblo de las Piedras.

En esta batalla murieron doscientos y tantos hombres de

ambas partes y hubo un número mas ó menos igual de heridos,

siendo éstos en su mayoría de las tropas del gobierno á las

cuales se les tomó el parque y como mil caballos ensillados.

Entre los muertos, perdió el ejército del General Suarez algu–

nos gefes y oficial es y los revolucionarios

á

los Comandantes

Torres y Fernandez y al Sargento Mayor Lizardo Gonzalez.

Todos los muertos fueron enterrados piadosamente en los

dias siguientes por el Sr. Viñoli.