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" He estado durante la batalla de ayudante de Suarez.
" Dí en casa de Elis, que está bueno.
" No me estiendo. mas porque hay poco
tiempo y temo que ésta caiga eu
poder
d~l
enemigo.
" Pronto nos veremos.
Octav io Ramirez."
Despues de esta batalla, como ya lo hemos dicho, los r estos
del ejército de Suarez emprendieron la fuga hasta la villa de
las Piedras ó San Isidro, siendo perseguidos por los r evolu–
cionarios hasta el mismo pueblo, pero sin avistarlos en todo
el trayecto; pues fué ta rde cuando sin tieron que habian aban–
donado el campo-tal era la confianza de que es taba poseido
acerca de su rendicion el General Aparicio!
En la persecucion se tomaron prisioneros infinidad de infan–
tes italiaºnos que ib an quedando r ezagados por el camino, todos
los cuales fu eron destinados á la infanteria.
El dia 14 llegó el ejército revolucionario al pueblo de las
Piedras; el General Suarez que acababa de recibir r efuerzos de
Montevideo, los esperó tendiéndoles línea de batalla y desple–
gando infinidad de guerrillas por todos lados. El ejé rcito r evo–
lucionario lo escopeteó un momento y tomó lu ego en direccion
al Cerro, pasando por las inmediacion es del pueblo de Colon,
donde se levantaron los rieles de la via del Ferro-Carril Central
tomándose
á
los pocos instantes un convoy que venia de re–
greso de San Isidro de conducir gente y materiales de guerra.
En dicho convoy venian los señores D. P edro Carve, el Co–
mandante Avalos, D . Julio Solsona, D. Federico Donelly y otras
personas que fueron puestas en libertad despues de tratárseles
con todas consideraciones.
Todo este dia estuvi eron los revolucionarios por los alrede–
dores de Montevideo, retirándose al siguiente perseguidos por el
ejército d e Suarez y fuerzas que salieron de la capital, te–
ni endo las guerrillas de la vanguardia un pequeño encuentro
en el paso de Casavalle, dond e fué mu erto en una carga que
dió al enemigo el valiente Comandante Quijano, (cuyas orejas
ensartadas en una lanza las exhibia en lo s cafes de Montevideo
al dia siguiente un oficial de caballeria) y 20 6 30 soldados de
amba
partes; siguiendo despues su marcha tranquilamente
hasta el arroyo del Corralito, en· cuyo punto se adelantó el Ge–
neral Caraballo á darles batalla, sin esperar al General Suarez